1997
1
Hice
un par de viajes a Colombia. Específicamente llegamos hasta Cúcuta. La primera
vez fue en 1985. Luego viajé a principios de este año en curso. Esos viajes los
hacíamos por razones económicas: era más barato comprar ciertos artículos en el
vecino país. Yo adquirí un maletín y una chaqueta. De color negro y de cuero muy fino ambas
mercancías. Orgullosamente portaba mi maletín negro, dentro del cual cargaba mi
agenda o diario. Fuimos a Caracas. Tenía un automóvil oficial con su respectivo
chofer. Visitaba a Edgar, mi hermano, que estaba hospitalizado en Hospital
Clínico Universitario. Mientras yo hacía
mis diligencias, el chofer “cuidaba el carro”. Cuando regresé encontré a
mi ayudante pálido, con el cabello erizado y cara de terror. Él, que era un
hombre negro, se había transformado en un hombre blanco por obra y gracia de un
asalto. Me robaron a punta de pistola, me dijo. Y continuó: sólo se llevaron su
maletín y su chaqueta. Es decir, perdí mi diario.
Cuando
el chofer me explicaba lo que pasó, vi a
un hombre que corría velozmente con mis cosas. Un policía se nos acercó y nos
dijo con voz de mando: ¡Saquen sus cédulas, por favor! Sorprendido le dije: ¿Por
qué no se la pides al ladrón? Y le agregué unas palabrotas que prefiero no
transcribir. Di la vuelta y el policía se tragó su lengua. Una cosa quedó clara
para mí: el gendarme y el caco eran socios. No me quedó otra que reconstruir mi
diario.
2
Continuamos
nuestra labor cultural. Bautizamos el poemario “Romances”, de don Manuel
Figueroa, un bardo de Las Mercedes, amigo de mi padre. Celebramos el Día de
Reyes con un concierto de música llanera en la Casa de la Cultura de San Juan
de los Morros. En la sede de la gobernación hicimos entrega del premio de
poesía “Ernesto Luis Rodríguez”.
3
El
profesor Ricardo Alcalá, pintor y poeta, me hizo un retrato y escribió unos
versos dedicados a mi persona:
I
Rafael
Edgardo Malaspina
nativo
de Las Mercedes
es
un hombre que procede
de
familia de alta estima
es
Doctor en Medicina
es
cronista e historiador
poeta
y buen escritor
y
aunque no lo creas tú
se
doctoró allá en Moscú
y
se vino a su región.
II
Es
un médico-escritor
que
atiende con diligencia
problemas
de la gerencia
y
males del corazón
es
propicia la ocasión
el
decir que Malaspina
en
su lucha no escatima
esfuerzo
y dedicación
brindándole
a su región
escritos
de pluma fina.
III
Natalia,
tu buena esposa
te
ha entregado descendencia
tres
hijas que son esencia
de
amores de primavera
Katia,
la hija primera
luego
María y Natalí
como
yo lo digo aquí
Edgardo:
te realizaste
un
árbol ya lo sembraste
y
un libro tuyo leí.
IV
De
Fundaculgua, baluarte
Quijote
de la cultura
poeta
de la llanura
la
Medicina es tu arte
y
no debes olvidarte
de
los molinos de viento
que
sin ningún miramiento
siempre
atacan con furor
la
obra que con amor
emprendes
cada momento.
4
El
´profesor Adolfo Rodríguez escribe estos elogios sobre mí, los cuales
agradezco:
EL
DR. MALASPINA Y SU ESTETOSCOPIO HOLÌSTICO
La
impresión que va dejando este oficiante de la vida que es el Dr Edgardo
Malaspina es la de una especial sensibilidad para compenetrarse con infinidad
de acontecimientos significativos que nos conciernen. Una disposición abierta y
omniabarcadora que suscita, tanto su calidad humana, como la idónea praxis de
profesiones que ha asumido con empeño y convicción. Y una vigilia que lo
mantiene alerta ante el espacioso espectro en que sobrenadan verdades que
anhela o solicitan su pericia narradora. Que cumple en su condición de doctor
en Ciencias Médicas como en su apasionada entrega a la investigación histórica.
Escenarios en que nada le es ajeno, como si transparentara su organismo para que
los síntomas, de una u otra área, se alojen en su acuciosa mente. Objetos de su
vocación auscultadora, pasión renacentista, que desdicen de fronteras, hasta el
punto de que su inquietud es un gran foco que irradia hacia innumerables
ámbitos de la cultura universal. Genio y dedicación que, afortunadamente,
deviene a favor de su pueblo natal -Las Mercedes del Llano, 1959-, del cual se
erige como acertado cronista, con la buena pro o sin ella, de quienes
administran el poder. Son varios ya sus libros que hablan de una comarca que,
para mí como para él, resuena prodigiosa y que, el amoroso espejo con que
aprehende sus pulsaciones, la prestigian cada vez más. Pensándolo, luego de
disfrutar su libro “Las Mercedes del Llano y su Historia” (Fundación el Perro y
La Rana, 2014) en que hace acopio informativo sobre la base territorial,
evidencias arqueológicas, devenir poblacional, entorno económico, sin que falte
el rasgo sencillo, la cotidianidad fascinante, el esfuerzo silencioso de sus
cultores, el canto, las artes plásticas, la poesía, el fulgor de gente que
conocimos. Pasión de aldea y ciudadanía que se esparce sin más limites que la
provisionalidad de una entrega que aguarda nuevos aportes de sus finos
instrumentos de observación para bien de la salud de cuantos nos favorecemos
con sus prescripciones para el alma.
5
Presenté
mi libro de poesía Breviario de andantes. Fuimos a Guardatinajas, un pueblito
cerca de Calabozo para develar un busto de Dámaso Figueredo, un gran cantante
de música criolla que nació allí. Viajé a Las Mercedes del Llano desde San Juan
para participar en un homenaje que se hizo a Salvador González, otro cantor de
voz elegante y estilizada.
6
Una
noche de marzo, ya tarde, recibí una llamada. Era el alcalde Ortiz, Dr. Chicho
Donaire. Me dijo: “Tienes que ayudarme, mañana inauguramos la Casa de la
Cultura Negra Matea en San José de Tiznados, y el orador de orden es Guillermo
Morón. Pero Morón me acaba de llamar y me dice que está enfermo y no podrá
venir. Tu ayuda consiste en que debes pronunciar el discurso”. Me quedé mudo y
pensé: yo debo sustituir al director de la Academia Nacional de la Historia,
doctor Guillermo Morón, toda una eminencia nacional. El alcalde interrumpió mis
pensamientos y acotó: lo espero mañana temprano en San José de Tiznados. Le
dije que no tenía nada preparado, y él me contestó: faltan muchas horas hasta el amanecer. Sentí miedo, y ese
miedo trajo a mi mente un pensamiento que una vez leí: “Haz siempre lo que
temas hacer”. Varios personajes importantes han pronunciado esas palabras. Se
las atribuyen al filósofo Emerson. Al recordar esa frase sentí que me animaba y
contesté: allí estaré mañana. Me puse a escribir y terminé mi discurso en la
madrugada. Empecé mi disertación así: Haz siempre lo que temas hacer… Y continué hablando de Morón, de San José de
Tiznados y su gente buena, de la Negra Matea, y de muchas cosas más. Me
aplaudieron y condecoraron. Por eso suelo anotar pensamientos y frases célebres
porque encierran muchas verdades que pueden ayudarte en momentos difíciles.
7
El
sábado, 19 de abril, viajé a El Sombrero para juramentarme como Miembro
Honorario del Ateneo Amílcar Montañez. En Caracas, en el Ministerio de la
Cultura, solicitamos apoyo para la creación de un museo para el Guárico.
Estuvimos en la Pascua para conformar la Compañía Municipal de Teatro. En El
Socorro fui orador de orden. Fuimos a un caserío llamado Corral Viejo, cerca de
El Socorro. Sorprende que casi todos los habitantes de ese pequeño conglomerado
se dediquen a cultivar algún tipo de arte: pintura, poesía, artesanía,
escultura.
8
Desayunamos
en la Casa Amarilla con el poeta José Ramón Medina y el gobernador, Dr. Rafael
Emilio Silveira. En Guardatinajas inauguramos un busto a Dámaso Figueredo. Los
restos del cantante Ángel Custodio Loyola fueron trasladados de Maracay (donde
estaban enterrados desde hace muchos años) hasta Calabozo. Primera vez que veo
un entierro lleno de mucha alegría: a medida que se desplazaba el cortejo
fúnebre los copleros se turnaban para cantar: y así fue hasta que llegamos al
cementerio.
9
En
Santa Rita fui orador de orden. En diciembre nos vestimos de San Nicolás y
regalamos libros a los transeúntes. Eso es lo que llamamos la Feria Navideña
del libro.
10
“CINCO
PA LAS DOCE” O DE CÓMO CONOCÍ AL AUTOR DE ESA CANCIÓN
Luego
de una velada cultural en Calabozo nos reunimos a la vera de unos mangos para
escapar del inclemente sol. Por allá, un poeta recitaba sus versos; en otro
lado, un arpa sonaba; y más acá, una guitarra se oía.
Luis
Alberto Sandoval, cantante de Valencia, con gran inspiración cantaba “La noche
de tu partida”. Al finalizar, alguien preguntó quién era el autor de esa
canción. Las respuestas fueron muchas. Uno contestó que era de un mexicano;
otro, que de un peruano; y mientras se divagaba en las respuestas, el propio
autor, Oswaldo Oropeza, sentado entre nosotros, escuchaba sin inmutarse y con
humildad.
OSWALDO
OROPEZA, el autor de CINCO PA LAS DOCE y muchos otros éxitos musicales se echó
un trago de whisky, nos habló de sus canciones y las entonó para nosotros, un
pequeño círculo de personas, lo que se traducía en un verdadero honor.
Nos
habló de cómo se inspiró para escribir su
gran éxito, “5 pa las 12”, la infaltable canción de los fines de año convertida
en un himno latinoamericano. “Siento que he cumplido ante la Historia con esta
canción. Me siento feliz”, dijo. Luego explicó como el 1961 leyó en un
periódico que Felipe Herrera, presidente del Banco Interamericano de
Desarrollo, no tenía tiempo en medio de sus ocupaciones para ver a su madr e.
Por lo que la señora se vio en la obligación
de solicitar una audiencia oficial y hacer la cola, como todos los
usuarios, para poder ver a su propio hijo.
Oswaldo
Oropeza se preguntó si el trabajo, las ocupaciones y las cosas materiales pueden hacer que un hombre se haga insensible
hasta con su propia madre, hasta el punto de no dedicarle unos minutos. Habló
con tal sentimiento de nuestras progenitoras que se hizo un hondo silencio, y
entre sorbos de licor rodaron lágrimas.
Oropeza
le dio vueltas a esta noticia y llevó al
papel sus ideas. Había nacido “5 pa las 12”.
“Me
gustaría regresar a Guárico y hacer uno gira con mis canciones”-dijo Oswaldo
Oropeza. Corría el año de 1997, y su deseo no se cumpliría porque para
diciembre 1998 los periódicos notificaban su muerte.
NOTA:
Escribí sólo 21 artículos. Por todo he publicado 173 artículos.
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